03:00 a.m.
Por Francisco Enrique Santos Méndez
Un auto avanza por la avenida.
Tiene prisa, no respeta las luces del semáforo.
Hace algunas horas, aún era media noche.
Ella, fija la mirada en el retrovisor.
Enciende la radio. La inconfundible voz ronca
de Barry White se esparce en el auto.
Just the way you are. Se escucha por
Spotify.
Sus ojos se avivan, el audio le genera recuerdos.
Vuelve a mirar por el retrovisor.
Sigue la trayectoria de un vehículo distante.
Aspira el aroma de su cabello.
Dibuja una leve sonrisa, pero le sigue un gesto de preocupación.
Una cuadra atrás, el motor de un automóvil rompe el
silencio.
Sigue a corta distancia al auto, que ella conduce.
Él, seguro de sí, aspira el aroma que emana de su pecho.
Creed Aventus el perfume, un obsequio de ella.
La envoltura, la dejaron en la habitación.
Pastillas, cigarrillos, cervezas, motel.
Avenida Insurgentes Sur, toman Río Mixcoac.
Ambos vehículos toman rumbos diferentes.
Los celulares, relojes y estéreos, todas las pantallas indican
las tres de la mañana.
Ya es tarde, muy tarde. Más para ella.
Él, no tendrá que explicar nada en casa, desde hace años
no lo hace. Perdió el interés, el respeto y el amor de su familia.
Eligió vivir el momento y huir de las responsabilidades.
Hoy sedujo, enamoró y juró amar por siempre.
La juventud de ella, hace contraste con su experiencia.
Besos, caricias, éxtasis, deseo, pasión.
Ella sí, cuando llegue a casa tendrá que explicar en dónde
estuvo y con quién.
Explicará sus repentinos cambios de humor, que la tienen
cada día más ausente.
Sentirá derrumbarse cuando sea evidente la humedad de su
cabello y el aroma del jabón líquido de Él, que lleva en todo el cuerpo.
Ella, avanza y da vuelta a la derecha por Barranca del
Muerto.
Se detiene en el estacionamiento del Centro Libanés.
Aprovecha la penumbra del lugar para mejorar su imagen.
Del interior de su bolso, toma un cepillo y vuelve a dar
forma a su cabello.
Lourdes, la espera despierta en casa.
Está preocupada, tiene un mal presentimiento.
Desde que le dio la vida, no había sentido tanto temor.
Frío, miedo, nervios, oscuridad.
Ella, sigue desvaneciendo cualquier rastro de este día.
No está sola.
Entre las sombras, una silueta se abre paso, se acerca.
La observa.
Desaparece.
Ella, no se da cuenta, toma el frasco de perfume Reelance
Vip y lo aplica en su cabello.
Mejora sensiblemente su ánimo y le devuelve la
tranquilidad.
La silueta vuelve a tomar forma a un costado del auto.
Abre la puerta.
Una de sus zapatillas, Daisie Black, desciende del
vehículo.
Siente que el corazón le va a explotar.
Trata de incorporarse, le tiemblan las piernas.
Del interior del vehículo timbra el móvil.
Irrumpe el silencio con toda intensidad.
Vuelve al interior, cierra la puerta y acciona el seguro.
Tras la bocina del celular, es él, pregunta por ella.
Su voz le hace tener más seguridad y calma
Enciende el auto y abandona el sitio.
Un indigente observa a un auto Mazda 3, retirándose.
Tres de la mañana.