martes, 16 de marzo de 2021

Covid-19 a un año

¿Qué sucede cuándo se une gel antibacterial y una moneda de 50 centavos?

 

 

El veintiocho de febrero se registró el primer caso de contagio por el nuevo coronavirus en México.

 

A casi un año de estar encerrados en casa, muchas cosas cambiaron, no solamente en lo personal.

 

Ya no somos los mismos a aquel 27 de febrero, cambiamos de frecuencia, cambiamos nuestra forma de comunicarnos.

 

Hace un año, solo contaba con un equipo de cómputo, generalmente para uso de mis hijos, para sus esporádicos trabajos de investigación. Ahora no descansa.

 

Los celulares se convirtieron en el cambio generacional, todo un mundo en la palma de la mano, el conocimiento en una pantalla de 3.5 pulgadas.

 

Hace un año gozaba de la privacidad en casa, nada me molestaba, nunca revelé el número de teléfono local, ni de chiste invité al jefe o a los amigos. Ahora no salen de mi domicilio, mañana, tarde, noche, estoy pendiente, con mi estado: “en línea”.   

 

Tiene un año que no cabemos en casa, cada rincón cobró un valor extraordinario, para conectarse para una videoconferencia, videollamada, videoclase, videoplática. Palabras nuevas para la RAEL.

 

Casados: estaba acostumbrado a no convivir en pareja. Al menos tanto tiempo. Ahora nos vemos la cara desde que amanece, hasta que anochece. Tiempo, tiempo, un tiempo por favor, el único espacio de privacidad fue el asiento trasero del auto.

 

Terminé por suscribirme a todas las redes sociales existentes, me convertí en una máquina para stalkear muros en facebok, dar likes, retuitear, instagramear, seguir a yuotubers y públicar en Pintarest.

 

Hace diez meses, de mis 50 vecinos cabeza de familia, cuatro de ellos se quedaron sin empleo, 10 de ellos suspendieron actividades en sus negocios, 5 madres de familia iniciaron algún tipo de autoempleo, 1 solo caso de divorcio y 1 caso de violencia dentro del domicilio por razones económicas, que sigue en el tribunal.  

 

Hace seis meses falleció el mejor de mis amigos, por COVID-19, después de 30 días de atención médica.

 

A la fecha he tomado nota de 126 personas, de amistad muy cercana, contagiadas por el coronavirus, de ellos lamento 17 fallecimientos.

 

Cuando empezó la pandemia, la gasolina llegó a costar $16.50, después de un año anda en los $21.05, no hay forma que deje de subir, y dicen que no hay gasolinazo.

 

El consumo en casa aumentó casi un 25%, en tanto que el ingreso familiar, no solo no aumentó, sino que tuvimos recortes para apoyar al personal médico que está en la primera línea de combate contra SARS-COV2.

 

El gasto por vacaciones se redujo a $0.00, no salimos. Adiós a las playas,  adiós a los restaurantes, adiós a los cines, adiós a los teatros, adiós a los conciertos, adiós a todo.

 

Me preocupa, aun que no se, si no debiera; pero mis hijos con edades arriba de los veintiún años, no han salido, no han interactuado con otros chavos, a un año, no tienen novio o novia, o lo que quieran. Siguen encerrados con conversaciones en línea. ¿Esa es la nueva normalidad? ¿Así serán las nuevas relaciones?

 

A un año, aproveché las promociones de un mes gratis de las plataformas digitales: Netflix, BHO, Amazon Prime Video, Disney+, Apple TV, YouTube y Blim.

 

A un año, no entiendo ¿Porqué si se sabía que venía una pandemia, no se previeron los mecanismos institucionales para hacer frente no solo a la enfermedad, sino a sus consecuencias, todas?

 

A casi un año, llevo 2 amenazas de contagio, que terminaron en resfriados.

 

A un año de la pandemia, sigo libre de coronavirus.

 

Y bueno, a la pregunta de ¿Qué sucede cuándo se une gel antibacterial y una moneda de 50 centavos? No lo sé, tal vez nada o posiblemente se mueran los bichos de la moneda.

 

Pretensión

Quiero besos. Quiero abrazos. Quiero caricias.   Quiero rozar con mis labios tus mejillas. Quiero estremecer cada uno de tus sen...